La miniserie Hollywood obtuvo una gran acogida entre el público. La producción de Ryan Murphy sirvió para construir una historia del Hollywood clásico que debería haber sido, pero que nunca fue. A lo largo de sus siete episodios pudimos ver personajes tan memorables como el de una joven afroamericana que logra protagonizar un largometraje o, incluso, a diferentes actores gays que se atrevieron a dar el paso de salir del armario y que, en contra de todo pronóstico recibieron un gran apoyo en plena década de los años cuarenta (algo que nunca ocurrió, claro). Y es que durante la época dorada, los artistas que formaban parte del colectivo LGBT no tenían más remedio que relegar su identidad a la oscuridad del anonimato para evitar que sus sueños se viesen truncados.
No obstante, a pesar de que la serie se plantea como el relato de un soñador, sí que pudimos ver una referencia de la realidad que empañó a la industria del celuloide de entonces. Durante el tercer episodio, en la secuencia en que se muestra una fiesta en la casa del director George Cukor (interpretado por Jim Parsons), pudimos ver a Henry Wilson (este personaje existió en la vida real) contando la historia de William Haines, un actor gay que decidió abandonar el mundo del cine por amor. Y es que, a pesar de que su carrera parecía predestinada al éxito, su prometedor futuro se desvaneció cuando su estudio le amenazó con hacer su carrera añicos si no abandonaba al hombre que amaba. William Haines tomó una decisión: Abandonar su carrera por amor.
Esta es su historia.

El actor que decidió escoger al amor de su vida
Conocemos cientos de relatos del Hollywood clásico que nos hablan de estrellas homosexuales que se vieron condenadas a vivir en el armario. A lo largo de muchas décadas, la homosexualidad era veneno para los grandes estudios. William Haines fue el primer actor que se declaró abiertamente gay.
Él fue de los pocos intérpretes que no desaparecieron cuando la voz y el sonido comenzaron a relatar historias dejando atrás al cine mudo. A diferencia de lo que ocurrió con la mayoría de actores consagrados en el viejo mundo del cine y que se desvanecieron con él, Haines logró sobrevivir profesionalmente a la transición de la industria. Su trayectoria era fructífera y consiguió ser una de las estrellas que más recaudaba en taquilla entre las décadas de los años 20 y 30. Encandilaba al público.
Sin embargo, en lo que respecta a su vida personal, lo cierto es que William nunca fue plato de buen gusto para Louis B. Meyer, en aquel entonces, un pez gordo de Metro Goldwyn Mayer. Sobre todo a inicios del año 1926, cuando el actor decidió vivir la vida sin miedo junto al hombre de su vida, Jimmie Shields. Con el paso del tiempo, ambos lograron convertirse en una de las parejas más queridas entre la alta sociedad de Los Angeles. Las estrellas más reconocidas se convirtieron en sus íntimos amigos (Marion Davies o Joan Crawford, por ejemplo). La pareja era invitada a los eventos más importantes y estaba dentro de hermético círculo de las estrellas en donde, nadie cuestionaba ni juzgaba su orientación sexual.
Pero una cosa eran los artistas y otra muy distinta aquellos inversionistas que financiaban los grandes proyectos. Estos últimos nunca se sintieron muy cómodos con sus vidas personales.
Entre 1926 y 1931 William figuraba dentro de los 10 artistas más taquilleros del cine (algunas de sus películas más exitosas fueron ‘La estudiante’ o ‘Tell it to the marines’). Sus atributos físicos poco a poco le posicionaron, según Irving Thalber (ejecutivo de MGM), como un símbolo de masculinidad y como la evolución del modelo de héroe romántico para las mujeres de la época. No obstante, aunque tratasen de venderle de esa forma, en realidad, según revela Slate, todo Hollywood conocía su verdadera vida: No era ni más ni menos que un hombre gay, que no estaba interesado en ser el icono de nada y que simplemente deseaba vivir una vida plena junto a otro hombre.

Un ultimátum que puso a prueba su amor
Su situación cambió cuando en 1933, Meyer fue a verle a su oficina para hacerle una advertencia. Recientemente había sido visto con otro hombre y necesitaban acabar con los rumores sobre su homosexualidad. Tal y como más tarde ocurriría con Cary Grant, le propusieron que contrajera un matrimonio de conveniencia con otra actriz. En caso de que se negase a hacerlo reducirían sus apariciones drásticamente en próximos proyectos.
Según cuenta la historia, en aquel momento el actor no dudó. Le miró a los ojos y le respondió: “Yo ya estoy casado”. No hablaba de ninguna mujer, sino del hombre con el que había estado durante los últimos siete años: Jimmy Shields.
Nació en Virginia, Staunton, el 2 de enero de 1900. William se enamoró del cine ya en su infancia y después de presentarse a un concurso de talents hacia 1922 logró adentrarse en Hollywood. Tan sólo un año después ya había trabajado en su primera película y al poco tiempo conoció a Jimmy en Nueva York.

En realidad, nadie sabe con certeza cómo surgió el amor entre ambos, sólo algunas anécdotas vagas como que William le prometió a Jimmy que le ayudaría a entrar en Hollywood y a obtener un papel como extra en alguna producción. Finalmente, ambos se fueron a vivir juntos.
Cuando llegó aquella advertencia, la pareja era sólida y ningún contrato millonario logró separarla. William no lo dudó y con una sorprendente humildad y guardando fidelidad a sí mismo, decidió firmar aquella carta de despido y decir adiós a su brillante carrera como actor.
Se sabe que después montó una empresa de decoración junto a Jimmy que se llamó ‘William Haines Desings’ y, ¿sabes qué? Fue todo un éxito.
Vivieron juntos hasta que Haines murió en 1973 como consecuencia de un cáncer de pulmón. Este duro revés hizo que Jimmy tomase una drástica decisión al verse imposibilitado de superar su partida. Después de una sólida relación de 47 años, se puso el pijama de William y se quitó la vida con una sobredosis de pastillas. Antes de hacerlo, escribió una carta: “Adiós a todos los que intentaron con todas sus fuerzas ayudarme tras la pérdida de William Haines, con quien estuve desde 1926. Me resulta imposible continuar solo, me siento muy solo”.
Fueron enterrados juntos en el Cementerio Woodlawn de Santa Mónica.