Ruben no podía apartar los ojos del cadáver de Barbara. Se había quedado paralizado por la impresión de verla allí inmóvil en el suelo. Lentamente caminó hacia Enrique que seguía de pie al lado del cuerpo. Cuando llego hasta el le agarro de la camisa y le empujó contra la pared.
Volvió a dejar el teléfono donde estaba y dejó que sonara. Tenia la cara desencajada. Había descubierto que el chico con el que salia tenia novia y que le estaba engañando. Llamó al camarero para pedir la cuenta y marcharse de allí y justo en ese momento volvió Ruben del baño.
-Creo que ya lo tengo- le dijo Enrique que ya estaba totalmente convencido para hacerlo- conozco un veneno que es casi imperceptible en una autopsia. Podríamos usarlo.
-Me parece bien- le dijo Ruben sonriendo- ¿Que te parece si lo hacemos mañana?
-Vale, no me sera difícil conseguir el veneno para mañana- le respondió Enrique que guardaba en su armario una docena de frascos.
-Entonces te dejo esta copia de la llave de mi casa- le dijo dejándola sobre la mesa- y anota la dirección en el teléfono móvil.
Una vez que Enrique ya tenia la dirección anotada Ruben le dio los últimos detalles.
-Recuerda que tienes que ir a la cocina y buscar en el segundo armario empezando por la derecha. Allí Barbara guarda un té que le encanta. Suele tomar dos o tres tazas al día. Ahí es donde debes echar el veneno.
HOY…
Ruben y Enrique se abrazaron y comenzaron besarse al lado del cadáver de Barbara.
Después Ruben cambió el frasco del té que contenía el veneno por uno normal. Decidieron no verse durante un par de semanas para no levantar sospechas y Enrique se marchó del piso.
A las pocas horas Ruben llamo a una ambulancia muy alterado explicando que había encontrado a su mujer en el suelo. Todo surgió sin complicaciones, no encontraron rastro del veneno y la única conclusión a la que llegaron es que había sido un infarto por muerte súbita.
Pasado un tiempo Ruben recibió todo el dinero de su mujer y Enrique y él volvieron a verse. Después de unos cuantos meses se marcharon de la ciudad y se fueron a vivir juntos.
Enrique era feliz porque por fin había encontrado a alguien como el y Ruben también estaba feliz de compartir sus dias con Enrique que había sido capaz de matar a alguien para demostrarle su amor.
Ruben sabia que podía confiar en Enrique ciegamente.
Enrique confiaba en Ruben, pero por si acaso tenia bien guardado y escondido un pequeño bote de aquel veneno por si algún día necesitaba usarlo.